Me clavé una cachaza e hice lo que digo que nunca hay que hacer. Entré a la comisaría por mi cuenta.
Antes había charlado con mi abogado de Argentina, el capitán Golondrina y con una abogada de Rio, la doctora Iara... un amor virtual que clavó cupidoen la hora y el lugar certo.
Mostré el despacho, la salida del país, los telegramas, expliqué que el barco volvía a Mar del Plata para que el tipo pague sus deudas en juicio.
El detective, Messina, 55 24 3377 8611 dijo... es una denuncia falsa!
Hice fotocopias de todo y cuando llamó el abogado de JB le pedimos que viniera a la comisaría.
(El quería charlar conmigo en una posada...)
Como el abogado no venía el poli me dijo que fuera a dormir a una posada.
Yo le dije que vivía abordo, y que además... mi barco ya estaba despachado.
Pregunté por Martín, me dijo que se presentó a declarar como testigo por su voluntad y se fue.
El poli me advierte que JB contrató un policía para cuidar el barco.
No encontré a Martín en el cyber de todos los días..
Me fui a la Praia Grande y el barco no estaba! Si estaba. En otra boya, más lejos, sin el bote.
Encontré nuestro bote en la playa, lejos. Sin remos. Remé con las manos.
Abordé y apareció un negro grandote y dormido.
Yo soy el capitán de este velero y tomo el comando le dije.
No hizo falta usar la violencia.
Lo dejé en un muelle de la ciudad y zarpé.
Llamé al detective, me despedí, le dije que por la denuncia falsa se arreglara él y que la próxima en Angra tomábamos una gelada.
Al rato llamó el boga. Quería negociar. Le dije que si no hablaba con Martín no negociaba nada.
No fue fácil 15 toneladas de acero en solitario, sin bombas de sentina, sin gasoil y sin agua potable.
Sin viento al navegar tres días y luego con 25 nudos de geta al fondear, bordes de genoa y mayor. Pasando el paño a mano para que el estay de trinqueta no joda.
Y largar y cobrar el ancla a mano.
Entre decenas de escunas.
Pero este maricón tiene policías a sueldo. Y acá en Brasil, eso viene de la mano del matador.
Y no me iba a quedar a discutir nada en esas condiciones.
Cuando lean este post, estaré de nuevo en la mar.
Algunas de las causas, no son excarcelables.
Batán lo espera.
Ahora si, como decía el telegrama, hago responsable de cualquier cosa que me pueda ocurrir, a este cobarde: Javier Brizuela.
No es al mar que le temo. Le temo a la traición.
lunes, 7 de septiembre de 2009
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